¿Dejaste de soñar cuando te convertiste en adulto? ¿Quizá renunciaste porque alguien te dijo que tenías que ser “realista”? O por el contrario, ¿eres de los pocos que tienes un gran sueño que te gustaría que se cumpliera algún día?
Quizá no te lo hayas planteado desde hace mucho. En ese caso, hoy vengo a decirte que estás a tiempo para empezar a experimentar tu sueño en carne y hueso.
Porque hemos perdido tantos hábitos buenos y necesarios que eran habituales de la infancia, que nuestras vidas se han transformado al color gris, sin apenas luz, ni chispa, ni emoción.
Donde los únicos acontecimientos importantes son los que está estipulado que han de serlo: las bodas, las navidades, los cumpleaños…
Nos hemos creído que lo que hace todo el mundo o lo que venimos haciendo por costumbre es lo correcto. Lo hemos dado por bueno para nosotros ahora y para siempre.
Todo eso está muy bien, pero si te fijas, se ha llegado a convertir en una rutina. Porque estoy segura de que han habido épocas donde se te solapaban las invitaciones a bodas… Y lo cierto es que lo pasas bien, pero después de 6 ó 7 ( o incluso antes), empiezan a cansarte…
¿Y qué me cuentas de las comidas y cenas alrededor, por ejemplo, de las navidades? ¿Qué me dices sobre la forma de celebrar convencional que consiste en quedar a comer y a cenar por todo, coincidiendo hasta 3 celebraciones en un único fin de semana?
Y es que tanta dedicación en reuniones sociales en nuestros momentos de ocio, con tantos grupos que se han creado ahora gracias a las redes sociales, que en el fondo no interesan tanto como tu futuro, que no quedan huecos libres para pararnos a planificar lo que de verdad nos importa.
O incluso para pensar en grande como si fuéramos niños de nuevo y nos negamos sin querer el empezar a experimentar la magia…
Si te decides a perseguir tus sueños, ¡enhorabuena por unirte! Te voy a dar un método ¡que funciona!
Visualiza
En primer lugar, visualiza. Para y piensa sobre lo que quieres de verdad. Qué es lo que buscas experimentar, en quién te gustaría convertirte, a qué quieres contribuir o a quién quieres ayudar.
Porque descubrir esto requiere de tiempo. La idea no te va a aparecer como un rayo de repente delante de tus ojos: aunque a algunos les ocurra, eso no es lo habitual. Para la mayor parte de nosotros hace falta trabajo y dedicación.
Hay que sentarse, incluso con papel y lápiz para averiguarlo y muchas veces. Y si la idea no viene, requiere probar en otros lugares más inspiradores. E incluso haciendo tormenta de ideas contigo o preguntando a otros cómo lo hicieron.
Confía en ti
En segundo lugar, confía en ti y convéncete de que te lo mereces.
Porque con suficiente energía y dedicación eres capaz de lograr lo que te propongas. La prueba de ello es que, si miras atrás, vas a reconocer todo lo que ya has conseguido hasta hoy. Incluso con muchas dificultades en tu contra en numerosas ocasiones.
Eso significa, que si has sido capaz de hacerlo una sola vez, eres capaz de volver a superarte de nuevo.
Y si las cosas se complican, piensa que es lo normal. Trata de estar bien en todo momento con esa situación. Esas son las pruebas que te está preparando la vida para que saques a relucir todo tu potencial. Porque ni siquiera tú sabes que lo tienes.
A medida que vayas avanzando, cada vez serás más fuerte, con más sabiduría y más capaz.
Traza un plan de acción
En tercer lugar: traza tu plan de acción.
Es la forma de llegar rápido y con las mínimas sorpresas. Porque un sueño sin un plan, se queda ahí, en el limbo. Detalla los hitos que has de lograr y ponles fecha en tu calendario.
Y si durante el camino las cosas no salen como esperabas, no pasa nada: rectifica el plan. Eso sí: ¡mantén el destino! No se te ocurra renunciar a lo que tanto deseas porque algo en medio se ha torcido.
Si te das cuenta, apenas hay carreteras rectas. Todas tienen curvas, que se construyen para sortear los obstáculos. Gracias a ellas, el camino se hace algo más fácil a costa de alargarlo un poco.
Entrena la paciencia
Y ahora con estos puntos en marcha, te recomiendo que te enfoques en mantener la paciencia. Esfuérzate por desarrollar esta virtud. Porque muchas veces nos desesperamos pensando que todo tiene que ocurrir ya, cuando nosotros pensamos y todo tiene un proceso.
Si los resultados que vas consiguiendo no te gustan, sigue adelante, con persistencia. Piensa que la primera vez que haces algo, supone un aprendizaje y un esfuerzo muy grande y esto lleva su tiempo.
Si te dejas llevar por las prisas, el quererlo todo ahora, como tú piensas, incluso lo que no depende de ti, te va a empezar a invadir el estrés, el agobio, la ansiedad y te aseguro que eso no trae nada bueno.
Disfruta
Así que, en la misma línea, recuerda disfrutar del momento presente. Porque al final lo único que existe es el ahora. El futuro lo estás creando y la clave para hacer que ocurra más rápido es desde la alegría y el disfrute.
Y por ello te has de esforzar por ser una fuente de eso: de disfrute y de alegría. Significa que no has de esperar a que alguien venga de fuera a hacerte reír o a provocarte esa sensación. Se tú quién lo genere. Y no solo para ti, sino también para otros.
Créeme que solo desde estas emocionas vas a atraer a ti toda la abundancia y el bienestar que te mereces.
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