Ayer tuve una conversación muy interesante. A raíz de una frase de las que habitualmente escribo en Facebook, surgió un debate “on line”. Lo cierto es que me encantan los diálogos sobre estos temas, pues nos obligan a todos a buscar dentro y a encontrar recursos y fuentes; también nos hacen cuestionarnos muchas de nuestras creencias, por lo que son muy enriquecedores para todos. Así que, estoy muy agradecida a las dos personas que intervinieron: compartiendo en voz alta, es como todos aprendemos.
La frase en cuestión era la siguiente: “Como trates a la vida, ella te trata a ti”. ¿Cómo es posible que mi forma de actuar influya en que me toque la lotería o por el contrario, que sufra una accidente? Lo que despertaba más polémica, era el hecho de desarrollar una enfermedad grave, o incluso ser víctima de los actos de una «mala persona». ¿Tengo yo algo que ver en esto que me ha ocurrido?
Desde luego que es un hecho muy trágico, que cualquiera de estas cosas le ocurran a uno; ambos son casos extremos. También es una catástrofe que un proyecto o una empresa, una vida laboral a la que has dedicado muchos años de tu vida, termine, porque ya no tiene más aceptación en el mercado. Para otros, catástrofe es una crisis personal, o de pareja, o pérdida de un ser querido, que conlleva una ruptura con una forma de vida instaurada durante muchos años.
Uno de los aprendizajes más valiosos que he recibido es que nuestro presente ha sido creado en el pasado, y lo que es más importante: hoy, estamos creando nuestro futuro. En determinadas situaciones, uno mismo es capaz de sacar conclusiones de lo que le ha llevado a la situación en la que se encuentra hoy; si es así, es una suerte, porque no siempre está tan claro. Otras veces, requiere mucho estudio, o incluso preguntar a otras personas, otros expertos que nos orienten y nos guíen a encontrar. Y por último, en algunos casos, no aparecen respuestas a nuestras preguntas, y se nos escapa por completo qué nos ha llevado allí.
Sea como sea, ante una “catástrofe”, te lanzo unos tips para sobrellevarlo mejor, e incluso salir reforzado para el resto de tu vida:
- Analiza si hay algún hecho clave, o una serie de hechos, o decisiones que parezcan los desencadenantes de esa situación. Es muy interesante darse cuenta del estado emocional de la persona y los factores que intervinieron cuando eligió esa manera de actuar.
- Conecta contigo mismo, sé honesto y sincero, y pregúntate a ti, pues es muy probable que te venga una respuesta. Se trata de entender el mensaje que esa situación nos ha traído. Sé creativo, e intenta sacar lo bello de esa situación. Importante: hazlo con compasión, pues es lo mejor que supiste o pudiste hacer en ese momento.
- Siempre recomendaré acudir a un coach, un experto, o un mentor, que nos ayude a encontrar otro punto de vista de los hechos. A veces estamos obcecados en nuestra historia, nuestro drama y nuestra paranoia, y nos hace falta que alguien de fuera nos abra la mente a otras posibilidades, y nos haga de espejopara mostrarnos el aprendizaje que hay detrás.
- Si después de lo anterior, la respuesta no viene, o incluso cuando ya hemos resuelto la pregunta, nos queda el paso más importante: sentirnos responsables de nuestro estado hoy, y no víctimas de dicha catástrofe, aceptar lo que ha ocurrido, pues no está en nuestra mano cambiarlo, y seguir adelante, adaptándonos con flexibilidad a la nueva situación.
En este punto, recomiendo el libro de Victor Frankl, “El hombre en busca de sentido”, que sobrevivió a los campos de concentración en la 2.ª Guerra Mundial. Él decía que: “la última libertad del ser humano es la habilidad de controlar la actitud de cada uno”. Es una experiencia de vida que nos sirve de ejemplo a cualquiera, pues el sufrimiento del que estuvo rodeado durante varios años, es difícilmente igualable. En esa línea también está libro de Antoine Leiris, que perdió a su mujer en un atentado en París, y escribió “No tendréis mi odio”.
Lo que te comento a continuación quizá te resulte paradójico: eres un afortunado por estar donde estás, de haber sobrevivido a esa circunstancia, y tener la oportunidad de salir fortalecido. La vida te ha puesto a prueba, porque tú eres capaz de superarlo, y aunque no lo creas, vivir este tipo de experiencias curten y enriquecen.
La conclusión más importante, es que de hoy en adelante, cada uno de nosotros, (y no los demás), somos responsables y libres de elegir la calidad de nuestra vida. Ser capaz de reponerse ante cualquier tipo de incidente, más o menos grave, se llama “resiliencia”, y esta es una característica de las personas altamente eficientes.