Me gustaría que te respondieras a esta pregunta: ¿pasas mucho tiempo en la zona de confort? O por el contrario, ¿te instalas en ella solamente para descansar después de superar un gran reto?
Porque quizá ahora te encuentres ahí. Gracias a tu trabajo, a tu dedicación y a muchas circunstancias, hoy vives cómodamente. Tienes una casa que te gusta, una familia sin problemas graves, disfrutas de ciertos lujos a lo largo del año y en el fondo estás bien con tu trabajo.
¿Y cómo detectarlo? Te recomiendo que estés alerta cuando alguien a quién no ves desde hace tiempo te pregunta -¿qué tal te va?-. Entonces, tu respuesta es -bien, no me puedo quejar-, o simplemente -bien-. Y no te sale un -¡estupendamente!- o -¡genial!- de manera espontánea.
Realmente está todo bien, deberías sentir gratitud por tu situación actual. Pero es que dentro de ti hay algo que dice –¿esto es todo? ¿No hay nada más?-Incluso: –¿estoy viviendo mi vida o la que por inercia diseñaron para mí? –Y hasta: ¿es esta una vida de propósito?
Quizá ahora estás en un momento delicado, en el que ya te has dado cuenta que esto no te convence. Porque nunca te has atrevido a asumir riesgos, ni a superar ningún límite. Has dejado que otros te dijeran qué era lo que se esperaba de ti y lo que se supone que ibas a vivir y te conformaste. Porque era lo conocido, había seguridad y era una garantía de que así había más comodidad para ti y también para los demás.
Si lo miras con honestidad, lo que realmente ha ocurrido es que quizá te condicionaron a comportarte como a ellos les gustaba. Al mismo tiempo, te ofrecían su amor y aceptación. Algunas veces era un poco más descarado y eso te llevó a que adaptaras tus deseos y tu comportamiento para recibir esas gratificaciones externas que te hacían la vida muy fácil.
Y con el tiempo se convirtió en rutinario. Te comportas así, actúas así y entonces recibes su atención, su cariño y otras recompensas. Allí no hay riesgos, ni tienes que esforzarte apenas. Ni sufrir por aprender, porque todo lo conoces y te resulta muy fácil. Es emocionalmente seguro.
Lo que pasa es que ahora, si miras con sinceridad dentro de ti, todo esto te parece monótono. Sientes que hay poco color, poca alegría, variedad, creatividad….hay poca emoción. Es como que todo está tranquilo, demasiado tranquilo, hasta sentir que le falta cierta CHISPA a la vida.
Te voy a ser clara: si durante un largo tiempo no te has esforzado por cambiar emocional, física o financieramente, estás en tu zona de confort.
Lo que ocurre es que tu plenitud se encuentra un poco más allá de esa comodidad que actualmente es tu límite. Afuera existe otra posibilidad para tu salud, tu bienestar, para tus relaciones, para tus finanzas, para tus éxitos y experiencias profesionales.
Allí en lo desconocido hay una vida llena de chispa, de energía, de motivación, de grandes experiencias. Un nuevo estado con más abundancia, más salud y bienestar, más felicidad, más amor y más plenitud.
¿Cómo salir de la zona de confort?
Porque te aseguro que cuando empiezas a experimentar estar en el “otro lado”, te vas a agradecer para siempre el haberte atrevido a dar el paso. Te voy a dar 3 recetas, para que empieces ya.
Reconoce dónde está el bloqueo
Hay muchas áreas que pueden verse afectadas: tus relaciones, tus finanzas, tu salud o incluso tu peso. También es posible en tus resultados profesionales o resultados deportivos.
Te diría que lo habitual es que ese patrón se repita y haya más de un área afectada.
Te voy a dar un consejo: no pierdas demasiado tiempo investigando de qué o de dónde viene el bloqueo. Esta forma de proceder es muy habitual cuando estás buscando mejorar como persona y profesional.
La realidad es que te puedes pasar la vida investigando. Y mientras te enfocas en el pasado, te olvidas del futuro. Recuerda que aquello en lo que enfocas tu atención, se expande. Por eso, esfuérzate por encontrar soluciones, más que las causas.
Acepta el miedo y actúa a pesar de él
Los valientes no son los que no tienen miedo. Son aquellos que actúan a pesar del miedo.
Porque el miedo es algo instintivo que nace en nuestro cerebro más primitivo. Está intentando protegernos de los cambios y nos garantiza la supervivencia. Esa parte del cerebro estaba diseñada para la vida de hace millones de años. Y ahora reacciona automáticamente ante cualquier cambio.
Por eso, hemos de ser capaces de utilizar el cerebro racional y darnos cuenta de que esa situación que tememos no es real. Solo está en nuestra imaginación.
Para ello, utiliza esa misma imaginación para contrarrestar esa imagen de peligro y poner en tu mente la imagen mental de lo que realmente deseas. Piensa en el futuro esperado que solo incluye lo que tú sueñas, con las emociones y las vivencias que estás esperando y nada más.
Permítete fallar
Y también, celebra tanto tus esfuerzos como tus pequeños éxitos.
Ahora que vas a empezar algo nuevo, lo habitual es tropezar. Así es como aprendimos a andar, a correr, a montar en bicicleta cuando éramos niños. Y no pasaba nada. Nos levantábamos y seguíamos adelante. Con la práctica cada vez nos caíamos menos.
Las consecuencias más habituales eran algún que otro llanto, que enseguida se nos pasaba. Seguíamos adelante.
Por eso, ahora sé comprensivo contigo mismo, como si de tu niña o tu niño se tratara y anímale a seguir. Y también felicítale por esa valentía, por su esfuerzo y por esos pequeños avances que te van a llevar a ser grande de nuevo.
Porque fíjate el adulto maravilloso en el que te has convertido. Todo lo que ha logrado y en lo que se ha transformado en el camino, ayudando a otros muchos a ser más grandes también. Qué, ¿te atreves a repetir la hazaña una vez más?
Espero que te haya gustado este post y te animes a inspeccionar las maravillosas aventuras que hay más allá de tu zona de confort.
Un abrazo enorme y muchas gracias por estar aquí.
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