¡Has oído alguna vez eso de que “yo me dedico a hacer lo que se me da bien y lo demás que lo hagan otros”?
Quizá hasta ahora te haya funcionado. Pero hoy en día, con la globalización, esa receta ya no sirve. Ahora para alcanzar la maestría en algo hay que potenciar todas las habilidades que un objetivo requiere, sean fortalezas o debilidades.
El golf es un ejemplo claro de esto: para hacer un buen juego, hay que dominar todos los palos de la bolsa, todas las condiciones climatológicas, todos los tipos de compañeros de juego…
En la empresa y en la vida, es exactamente igual. Para ser excelente y diferenciarnos, es un requisito ser capaz de jugar en cualquier condición. Y solamente entonces, cuando se ha comprendido por completo el proceso, será posible delegar.
La razón, es que, está demostrado que para ser un maestro, hay que ser capaz de ver el proceso con perspectiva, desde arriba, a vista de pájaro. Es necesario tener una representación mental muy clara del proyecto y de donde están las mayores dificultades y cómo recibir los mayores impulsos. Y eso solo se consigue cuando se domina todo el camino.
Observa con perspectiva
Dicen que un problema está resuelto al 50% por el simple hecho de reconocer ese problema. Por eso es fundamental reconocer nuestras fortalezas y debilidades. ¿Cómo hacerlo? Te voy a dar 3 claves.
En primer lugar, enumera todos los éxitos que has logrado en tu vida, a todos los niveles y la habilidad de que permitió llegar hasta allí. Mira si hay hechos, condiciones, o patrones que se repiten.
La experiencia es una de las mejoras fuentes de aprendizaje. Así que haz un análisis a la tuya y saca estas valiosísimas conclusiones.
A mayor error, mayor aprendizaje
En segundo lugar, enumera los mayores errores que has cometido, que a veces fueron muy tontos y quizá en alguna ocasión no tanto; mira si se han repetido, así como la razón que había detrás de ellos.
Recuerda que de nuestros errores es de dónde más podemos aprender. No te sientas avergonzado por ello; mas bien, al revés: siéntete orgulloso. Porque fuiste lo suficientemente valiente de actuar a pesar de la posibilidad de fallar.
Y cuanto más grandes los errores, significa que fuiste más valiente, que probaste nuevos métodos que te enseñaron nuevos resultados. El que innova es el hace las cosas como nadie lo ha hecho antes y es el único que será capaz de descubrir algo nuevo.
Y por último, pregunta a otros que te conozcan desde hace tiempo en tu ámbito personal y profesional, que te digan cuáles son tus fortalezas y debilidades que hay en ti. Los demás tienen una visión de nosotros mismos que se nos escapa y recibir esta información es muy valioso.
Una vez que tienes tu lista de fortalezas y debilidades toca analizar las habilidades que se requieren para tu proyecto. ¿Cómo hacerlo? Hay 3 pasos.
Selecciona el destino
En primer lugar, escoge tu objetivo prioritario, de lo que he hablado mucho en los contenidos gratuitos que estoy publicando y mira en el mercado quién está donde tú quieres llegar. Toma como modelo al mejor, porque a partir de ahora se va a convertir en tu referencia.
En segundo lugar, estudia muy bien a tu modelo: recopila información sobre él y determina las habilidades que está demostrando. Hazlo tú solo y también pregunta a personas de tu confianza, capacitadas para darte una opinión válida y que conozcan su trayectoria, que te den su punto de vista. Con toda esta información, confecciona un listado de habilidades
Y por último, con esta lista y con tu lista de fortalezas y debilidades, analiza cómo estás tú en ellas. Si te faltan muchas, diseña un plan de acción para adquirirlas y alcanzar ese nivel de maestría que hace falta. Recuerda que todo se entrena y todo se aprende.
El poder de las sinergias
Y si ves que son demasiadas y demasiado difíciles, piensa en la posibilidad de contar con un equipo que te ayude a aprenderlas, integrarlas y desarrollarlas; e incluso reprogramar tu mente, con todas las técnicas que ya hemos visto aquí para hacértelo más fácil.
Qué, ¿cómo lo ves? ¿Hasta qué punto lo estás haciendo ya? Te animo a que te pongas en marcha. Te aseguro que es apasionante lo que vas a aprender en el camino. ¿Me dejas que te acompañe?
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