Cuando aprendemos a utilizar la mente como los genios, somos capaces de hacer cosas complicadísimas que se asemejan a los milagros. Hoy en día los avances a nivel intelectual y de la creatividad han iniciado una tendencia que es exponencial. Por ello, cada vez nuestro aprendizaje ha de ser más rápido, digamos que casi ultrasónico.
Por suerte en nuestra sociedad actual, la educación es un derecho, y es un auténtico regalo el fácil acceso a ella. Precisamente por eso, la formación ya no es un plus, sino que es un básico, y lo que marca la diferencia en las empresas y las personas viene determinado por otros factores.
Si estamos bien preparados y nos esforzamos por aprender lo último que llega al sector, es un buen punto de partida. Pero aun así, hay una forma mucho más rápida de dar ese salto cuántico que falta para innovar y ponerlo en marcha.
¿Dónde está la clave? Vayamos a buscar la experiencia de la historia: antiguamente, cuando la sociedad era más “rudimentaria”, lo que movía la economía eran los oficios. Entonces era típico que un aprendiz pasara años de entrenamiento trabajando codo con codo con su maestro y así aprendía una profesión, una manera de ganarse la vida, conocimiento que incluso se transmitía de generación en generación.
Esta figura se asemeja a lo que hoy en día es un “mentor”. Da igual el momento de la vida o de la edad de la persona, pues siempre hay alguien con mucha más experiencia, que nos puede aportar ideas geniales.
Yo he vivido la gran suerte de aprender de varios mentores y de personas que modelándolas directamente me han enseñado un oficio. También lo he hecho de la manera habitual, y mi experiencia, al igual que la de otros que han pasado por lo mismo, es que la curva de aprendizaje es muchísimo más rápida, más fácil, más placentera y más rentable cuando hay un mentor. Es el mentor el que reduce las posibilidades de fracaso, y orienta en los pasos a tomar y dónde conviene enfocar los esfuerzos.
Muestra el «Know how» necesario, es decir, como ordenar ese conocimiento y habilidades que la persona ya posee, para ofrecerlo a la sociedad de manera que sea atractivo y apetecible, y se diferencie de los demás. A veces incluso, abre la puerte a otro conocimiento ignorado y en el cuál está la solución. Esto, que parece tan sencillo, es todo un arte, y es lo que determina que unas experiencias profesionales destaquen en sus resultados y otras fracasen estrepitosamente.
Por lo tanto:
- Busca en el mercado quién es experto en lo que tú quieres hacer y está consiguiendo los resultados que quieres obtener para ti.
- Conócelo, estudia cómo piensa, métete en su mente, y copia lo que él ya ha hecho.
- Adapta ese know-how a tu estilo, para que hables desde la autenticidad. En un mundo tan competitivo, es clave ser auténtico y original. Cada uno ha vivido la experiencia vital única, y basarse en ello es la clave de la diferenciación.
Todo esto se basa en la famosa frase de que “la rueda ya está inventada”. Muchas veces, intentamos hacer las cosas demasiado complicadas, cuando la realidad es que lo que funciona es lo sencillo, y lo que ya está probado. Así que se trata de acercarse a quien está construyendo “la rueda que más se adapta a uno” y aprender de él.
Antes de terminar este artículo, me gustaría agradecer especialmente a todos los mentores que he tenido en mi vida, y en especial a mi padre, allá donde esté, todo el conocimiento que me transmitió en el tiempo que estuve trabajando con él. Sin duda, me hice muchos “másteres” en un tiempo récord. Me transmitió de manera concentrada y en poquísimo tiempo toda su experiencia vital profesional, y por ello, me siento tremendamente agradecida y afortunada.