Si has conocido a algún Islandés, te habrás dado cuenta de que en muchos aspectos, su carácter es muy similar al de los hispanos: son muy cercanos y abiertos, sencillos, y valoran mucho la familia. Eso hace que haya conexión rápida con ellos.
Lo que no conocía, es algo que choca completamente con la mayor parte de nosotros y que me llama mucho la atención. Lo he aprendido leyendo un pequeño libro que esta tarde a caído en mis manos: “El pequeño libro de los islandeses”, de Alda Sigmundsdottir, donde habla de algunas características de su personalidad.
En el capítulo: “Trabajar o engañar”, menciona la generalizada ética del trabajo excesivamente rigurosa, que la autora atribuye a las condiciones soportadas durante siglos, cuya superación no hubiera sido posible sin un duro trabajo.
Por eso en Islandia, ser un perseverante trabajador es una virtud extrema, que causa admiración y reverencias. Tanto, que llega a pasar a veces, que hasta se sienten culpables si no están trabajando, incluidas las noches y los fines de semana. Algunos lo consideran una evasión de sus responsabilidades.
Increíble, ¿verdad? ¿Te imaginas sentirte culpable por no trabajar un domingo? ¡En eso no se parecen a la mayor parte de los hispanos! Eso sí, también indica que cuando los islandeses salen al extranjero, se adaptan perfectamente a tomarse esos momentos para descansar y hasta lo consideran aceptable. ¡Sabia decisión, pues los extremos no funcionan!
En esta lectura quedan patentes varias cuestiones muy relevantes:
- La mayor parte de las veces, no elegimos nuestra MANERA DE PENSAR, nuestras CREENCIAS NI VALORES. Sino que está implícita en nuestra CULTURA, en NUESTRA FAMILIA y simplemente la damos por válida, y no nos cuestionamos si nos sirve o no.
- Esa MANERA DE PENSAR, determina nuestros COMPORTAMIENTOS. Además, son automáticos, que nos hacen actuar de una determinada manera, y crear un ESTILO DE VIDA CONDICIONADO, sin plantearnos la posibilidad de escaparnos de ella.
- Al mismo tiempo, también determina nuestros SENTIMIENTOS, hasta el punto de hacernos sentir bien o mal, en función de si actuamos acorde a ella o no.
- Estos SENTIMIENTOS van a repercutir en nuestra calidad de vida, en nuestro estado de ánimo, y nos acerca o bien a la FELICIDAD o bien al SUFRIMIENTO.
- La conclusión es la siguiente: DEPENDIENDO de donde nacemos, la antigüedad de la cultura y las tradiciones en las que hemos sido educados, de la forma de vida de antepasados que se remontan hasta muchos siglos atrás, así como la familia, el entorno, la educación que nos han dado, es decir, ASPECTOS QUE NO HEMOS ELEGIDO EN LA MAYOR PARTE DE LAS VECES, DETERMINAN NUESTRA CALIDAD DE VIDA.
Por eso, es fundamental ser consciente y darse cuenta de cuál es nuestra manera de pensar, cuáles son nuestras creencias y nuestros valores, y ver si nos sirven o no, si se adaptan a nuestros sueños o no, si nos hacen sentir bien o no.
Y en el caso en que la respuesta sea NO para estas preguntas, nos pongamos manos a la obra a sustituirlos por otras que se adapten a nosotros y nos hagan sentir felices cada día. Las personas altamente eficientes eligen su forma de vida y su felicidad, y esto lo tienen muy claro.