Una de las costumbres que he desarrollado y que practico habitualmente, es extraer lecciones que lleva cada experiencia que vivo y pensar en cómo crecer con ello. Mi compromiso con ser mejor persona cada día, me lleva a estas reflexiones, que a la vez, me permiten sentarme a saborearlo de nuevo, con más intensidad y durante más tiempo.
En el caso de este viaje tan caro (la corona islandesa está por las nubes), tan exótico (a Islandia), tan intenso (por las numerosas actividades), estos aprendizajes valen miles de euros. Por ello, mi intención es que me sirvan para el resto de mi vida y espero que te sirvan también a ti. Si quieres leer el post que publiqué lee Cómo convertir un sueño en realidad.
Cada día el destino era distinto y a cada cual más especial: cataratas grandes, pequeñas, glaciares negros y blancos, fallas y cuevas volcánicas, volcanes verdes, marrones, morados, amarillos; lagos y ríos de agua caliente, de agua fría, geyseres… en fin…¡éramos como niños en una juguetería probando de todo!
Aunque no ha sido del todo fácil, he intentado resumir el viaje en solamente 3 ideas principales, que son las que te cuento a continuación. El hecho de escribirlo, me ayuda de nuevo a aprender un poquito más, así que si has leído hasta aquí, te agradezco que seas cómplice de mi aprendizaje y deseo que a ti también te sirva.
- Nuestro planeta está vivo. Si tienes la oportunidad de ir a un lugar como este, te darás cuenta de que la tierra respira, suda, echa agua, vapores, se mueve, susurra, grita…. Está en continuo cambio, y los lugares con estas características, son una muestra de ello.
Cuando permanecemos en una ciudad convencional, en la que apenas hay árboles, los ríos están “canalizados”, el agua de la lluvia se lleva rápidamente a las alcantarillas, no hay animales, etc… estamos cortando con nuestras raíces, pues nuestro origen fue vivir en plena naturaleza. Todo ello, nos lleva a una desconexión total, y no le damos toda la importancia que se merece el cuidar el medioambiente. Por eso, apenas nos interesa si nos duchamos usando energías renovables o no, o si al usar detergentes, estamos contaminando el agua de los ríos.
No es casualidad, que en un país como este el 100% de la electricidad que se consume sea de origen renovable y solo haya visto un papel en el suelo en todos los días que hemos estado allí.
Ante esta evidencia, de nuevo nos queda la capacidad de elegir, y de decidir donde compramos la comida que comemos, si es ecológica o no, si las bolsas del supermercado que escogemos son biodegradables o no, o si nos preocupamos por introducir las energías renovables en nuestro día a día de alguna manera….etc.
- Las condiciones de vida extremas crean personalidades resistentes que se adaptan y se superan a sí mismos fácilmente. Supongo que en todos los sitios hay de todo, pero lo que “se respira” en el ambiente, y que ya mencioné en el artículo anterior, “Cómo viajar te puede cambiar la vida”, es que ellos mismos reconocen que las condiciones extremas les ha marcado profundamente.
Hace falta mucha creatividad y adaptación, para convivir con temblores habituales de tierra, o de explosiones volcánicas que hasta se pueden tragar tu casa, como ocurrió en el año 1973 en la isla Vestmanneijar. Y también es necesaria mucha valentía para comportarse como hicieron a raíz de la crisis del año 2008, condenando banqueros y a políticos por el colapso y actuando en contra de los intereses económicos del resto del mundo. A todo ello, se une la desarrollada capacidad de trabajo desde tempranas edades, lo que hace habitual encontrarse a adolescentes, menores de 18 años, trabajando los fines de semana en supermercados y en el comercio atendiendo al público (¡es legal!).
- Y por último, y sin duda, lo mejor de esta experiencia, ha sido la AMISTAD que nos han demostrado nuestros anfitriones. Porque toda esta aventura, ha alcanzado la categoría de MÁGICA, gracias a la intención de estas personas de hacernos sentir acogidos, mimados, como si fuéramos de su familia. Ya lo decía Calderón de la Barca: “Es parentesco sin sangre, una amistad verdadera”.
Nos han dejado casa, coche, nos han abierto las puertas de sus hogares, a sus fiestas, nos han presentado a su familia y a sus amigos, y han estado pendientes en todo momento, ocupándose de darnos lo mejor que tenían. Han demostrado una generosidad abrumadora, poniendo a nuestra disposición TODO lo que tenían, y lo que es todavía mejor, rebosando CARIÑO en todo momento.
Quizá la conclusión más clara que me he traído, es que conocer y experimentar a fondo la naturaleza es una experiencia maravillosa; conocer otras culturas enriquece mucho y nos ayuda a crecer como personas; pero lo que de verdad nos toca el alma y nos transforma profundamente es el intercambio, hecho desde el corazón, con bellas personas. Para mí, este aprendizaje vale miles de euros, y hasta ¡quizá me ahorre otros viajes largos cuando lo que estoy buscando es transformación!. Me siento infinitamente AGRADECIDA por ello.