Para mí, empezar a estar alegre cada día fue una decisión que tomé cuando aprendí que yo era la única de la que eso dependía. Me di cuenta de que podía elegir vivir alegre, normal, o triste, y dar a las cosas el sentido que yo quisiera. Que podía condicionar y generar el estado de ánimo que quisiera. Y desde entonces no he parado. Y no solo pasa con la alegría: pasa con el entusiasmo, con la energía, con la diversión….Yo soy capaz de elegir cómo voy a vivir cada día. Vale, es cierto que a veces es complicado: cuando estás enfermo por ejemplo, cuesta mucho más. Y aún así es posible hacerlo.
Simplemente por escribir la palbra alegraía y sentirla, ya la estás viviendo. El primer punto es
Eres capaz de ELEGIR, y DECIDIR lo que VAS A EXPERIMENTAR
Una vez que está la decisión tomada, entonces tu enfoque ya está determinado para lograrlo. Cualquier situación que aparezca, la vas a buscar el lado positivo; cualquier persona que se te acerque, lo vas a ver con buenos ojos y con buenas intenciones. Al estar enfocado en ello, vas a vivir cada momento, a experimentar cada cosa que te ocurra cada día, cada sentimiento, con la intención de sacarle el beneficio. Y eso hace tu día a día muy intenso. Y para que no se te olvide, ponte carteles con esos mensajes: en el ordenador, en el teléfono, en la puerta de casa, en la cartera, para que cada vez que hagas o cojas algo esté ahí el recordatorio: hoy voy a vivir con alegría.
Hasta cuando estás enfermo, o cuando las cosas no te salen como has pensado, es posible conseguirlo. A mí me ha pasado recientemente. La enfermedad me dejó muy baja energéticamente. Y cuando vibras “bajo” en la enfermedad, se te pega todo lo negativo, lo que trae enfermedad. Así que cuando empecé a recuperarme, me di cuenta de ello, y decidí que se había acabado; que ya no iba a estar acorde a ese estado más; ya era hora de estar bien, plena. Fue increíble, una decisión una nocha y un cambio al mismo día siguiente, y con ello la recuperación de mi salud muchísimo más rápido.
En segundo lugar,
reconoce lo que te hace feliz, lo que te divierte y te trae alegría.
y anótalo en una agenda: porque cuando está escrito, es mucho más fácil acordarse de ello y provocarlo. Para mí es una rutina desde hace unos años: todas las noches escribo en mi diario lo que me ha pasado en el día que me ha gustado, y que me ha hecho pasarlo bien. Con ello, además de recordarlas y parenderlas para volverlas a provocar consigo acostarme en un estado de gratitud que me trae buenos sueños esa noche, y me hacen descansar mejor. Así que al día siguiente, me levanto optimista, positiva, y preparada para volver a vivir otro día con alegría. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Además, una nueva idea que yo también practico: una vez que lo has identificado, sí o sí, incluye cada día algo que te haga disfrutar, algo de esa lista. O incluso experimenta e introduce nuevas actividades que creas que te van a traer alegría. Crea un hueco en tu agenda, planifícalo con antelación. Que a partir de ahora sea una obligación para ti vivir la alegría cada día. Como ya habrás notado cuando hayas escrito tu lista, no hace falta que sean grandes actividades. A lo mejor es un paseo en la naturaleza, en el parque cerca de casa, o una llamada de teléfono a esa persona que te cae tan bien. Esta es la manera de disfrutar el día a día, de disfrutar el camino y no solo el destino.
En la misma línea, detalla todo aquello que no te gusta y te resta alegría. Es muy importante que esté claro, para que en cuanto se de la situación y se presente, automáticamente lo rechaces, lo evites y lo saques de tu vida. En esa misma agenda que te comento, yo lo anoto diariamente. Además, lo hago con agradecimiento, pues si no me ha gustado la experiencia, es porque mi cuerpo y mi mente me han dado ese mensaje, así que me escucho, y lo escribo para rechazarlo la próxima vez. Cuando una situación similar se repite, porque por ejemplo alguien la quiere imponer, es genial darse cuenta que está intentando traerte criterios o actividades que no te gustan, y como las están perfectamente reconocidas, te sale del alma el “no”. Pones el límite, y con ello, no solo sacas de tu vida todo lo que no te gusta y te resta alegría, sino que además consigues un segundo beneficio: aumenta tu autoestima y la seguridad en ti mismo. Pruébalo. Es una pasada.
Y por último,
rodéate de gente que te traiga alegría.
Porque las alegrías compartidas saben mucho mejor. Es mucho más fácil experimentarlo con los demás. Lo llevamos en nuestra naturaleza: somos seres sociales que necesitamos de las relaciones. Por eso es muy importante que tengas localizado ese grupo de amigos que te divierte, con los que te ríes, con los que haces actividades que te inspiran y te lo hacen pasar genial. De nuevo, no tienen por qué ser grandes actividades. A lo mejor simplemente es un entrenamiento en el gimnasio, o un café en una terraza, o una reunión en casa. Y hazlo al menos una vez por semana . Que sea de nuevo tu rutina, rodearte de gente que te llena de buenas vibras al menos una vez por semana.
Aquí te reto a ir un poco más allá. Es algo que yo he empezado a hacer hace poco, y me encanta la sensación: y es comprometerte a llevar la alegría a la vida de alguien cada día. De sorprenderle positivamente. De hacer un impacto positivo en la vida de alguien cada día. A lo mejor requiere solo que cojas el teléfono y le hagas una llamada. O que le mandes un correo electrónico a esa persona con la que hace tanto tiempo que no hablas. O comprar un ramo de flores a tu pareja, o encender una vela en la cena y brindar con una copa de vino. Al traer la alegría a la vida de aquellos que están a tu alrededor, automáticamente estás aumentando la alegría de tu entorno, y eso te va a beneficiar direactamente a ti.
¿ Te animas? ¿Te das cuenta de que depende exclusivamente de ti? ¿Te unes a los hábitos de las personas que viven cada día con alegría?
¡Me encantaría que lo hicieras, y me cuentes los resultados!
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