No se si te he contado antes, que una de mis especialidades es la energía. Cuando estaba en el colegio, con apenas 10 años de edad, por primera vez escuché esta palabra. Era la asignatura de ciencias sociales. La profesora nos contaba que había dos tipos de energías: las renovables y las no renovables, y que las primeras eran inagotables y servirían para alimentar al planeta sin contaminar en absoluto.
Algo en mí, hizo «click». No me suelo acordar de muchas cosas de la infancia, pero este episodio lo tengo grabado. ¿Te ha pasado a ti eso alguna vez? ¿Que sin entender la razón, hay ciertas cosas, aparentemente, sin sentido, que grabas en tu memoria toda una vida?
Así que cuando llegó la hora de elegir carrera universitaria, y dado que me encantaba la física, me decanté por ingeniería industrial, donde allí podría estudiar sobre energías renovables.
Y así lo hice. Y durante algo más de 20 años de mi vida, me dediqué como estudiante y como profesional a ello. Me apasionaba la idea de que hubiera una forma de alimentar el hambre energético del planeta, de manera que no se contaminara, cuidando el medioambiente y de manera inagotable. Ese fue mi contacto con la energía: «unos cuantos” años de experiencia profesional muy intensa y apasionada.
Por eso, el día que comprendí y experimenté que nuestro cuerpo también era energía, o que más bien, todo era energía, para mí fue un auténtico subidón; el saber que todo eso que había practicado durante tanto tiempo también tenía una aplicación para ayudar directamente a mejorar infinitamente la calidad de vida de las personas; me parecía que era algo de lo que todo el mundo debía beneficiarse.
Todo es energía.
Efectivamente, todo es energía, que está vibrando, con una intensidad y una frecuencia. Nuestro cuerpo físico, todos los objetos de los que estamos rodeados, las palabras, los pensamientos, son energía. Estamos en un universo de energía.
Lo que ocurre es que nuestros sentidos, actúan como filtros, que solo nos permiten ver un determinado “espectro (o porción)”; es decir: con el oído, solo escuchamos sonidos, pero no la luz; y con los ojos, percibimos la luz, pero no vemos el sonido; otro ejemplo es que ni con nuestros ojos ni con nuestros oídos, podemos percibir el bluetooth, o el wifi, o e 4G, y aún así damos por hecho que están ahí, pues los teléfonos y demás aparatos los captan.
¿Para qué te cuento esta información?
La razón es que esto es crucial para entender cómo funciona la realidad. A continuación te voy a dar 3 claves:
Todo vibra a una frecuencia determinada
Incluso las personas vibran a frecuencias determinadas.
Lo que pasa es que no somos capaces de percibirlo, pues como te decía, estamos acostumbrados a dar 100% de credibilidad a lo que nos dicen los sentidos; y los sentidos son filtros, que nos «tapan» gran parte de la realidad (los expertos dicen que no nos enteramos del 95% de la realidad que hay)
Atraes a ti en función de tu frecuencia.
Dependiendo de la frecuencia a la que vibras, atraerás a ti, todo aquello que vibre a la misma frecuencia que tú.
La frecuencia a la que vibras viene determinada por la emoción en la que estás: la palabra emoción: e-motion, significa energía en movimiento. Por eso, es muy importante el estado emocional en el que estás, pues en función de eso, vas a atraer a ti objetos, o acontecimientos que estén en armonía con esa emoción. Si tu emoción es de alegría, atraerás más alegría. Si tu emoción es de miedo, atraerás a ti más situaciones que generen miedo. La sabiduría popular ya contempla que esto es así, y en ese sentido, hay un refrán español que dice algo así como “no hay dos sin tres”: cuando te vienen sucesos de un tipo, generalmente “no deseados”, seguirán viniendo así.
El nivel energético es el punto de partida.
3. Todo ocurre primero en un nivel vibracional, y después se manifiesta en la materia.
Es como por ejemplo, un maremoto: primero se produce el movimiento del terreno, y después se genera la onda vibratoria que arrastra la masa de agua. La materia se mueve más lentamente.
Los pensamientos, las palabras, también son energía que vibran en una determinada frecuencia. Todo lo que tiene masa, materia, tiene inercia. En ese sentido, es mucho más fácil cambiar la frecuencia de todo aquello que no tiene masa (pues no tiene inercia) que de aquello que sí que lo tiene. De ahí la importancia del pensamiento positivo y de las palabras que utilizamos para hablar. Están atrayendo la materia que vibra acorde a ellas.
Cómo crear un determinado nivel energético.
Teniendo en cuenta estos 3 puntos, como ves, es muy importante que seas consciente de los aspectos que te van a ayudar a crear el estado energético que deseas:
Primero:
la emoción en la que estás,
Segundo,
de las palabras que dices,
Tercero:
los pensamientos que pasan por tu cabeza,
Cuarto:
las personas de las que te rodean,
Quinto:
lo que dejas entrar en tu mente.
Sexto:
De lo que te alimentas.
Sèptimo:
Los hábitos que practicas
Como te digo, todos ellos van a determinar tu nivel energético, y cuando elijas cuidarlo, te aseguro que aumentará de manera increíble. Y te ayudará a recuperarte de una enfermedad mucho antes, como ha sido mi caso recientemente.
Además, es que afecta a las demás personas que están a tu alrededor, que también están vibrando, y tus interacciones con ellas, serán un reflejo de aquello que estás emitiendo.
Las personas altamente eficientes, tienen en cuenta esta información, y la dominan. Por eso, te lanzo el siguiente reto: ¿Te unes a vibrar con la intención de atraer abundancia de buenas ondas en tu vida?
Como experta energética desde hace muchísimos años, desde que soy mayor de edad, este es mi día a día, y me encantaría que recogieras los beneficios de vivir cada día de esta manera. Energía es vitalidad, para ser y hacer lo que más desees. Es libertad.
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Muchísimas gracias por leer hasta aquí.