Acaba de terminar 2016, y toca hacer balance de todo lo acontecido el año pasado, sacar conclusiones y planificar el nuevo 2017.
EN mi caso, ha sido el mejor año de mi vida. Sin duda alguna. Te preguntarás qué es lo que ha ocurrido para decir esto, si me ha tocado la lotería, si me he casado y he vivido una fiesta excepcional, como mencionan muchas recién casadas o si he sido madre….Lo cierto es que ninguna de esas cosas me han pasado.
La cuestión, es que muchas veces pensamos que para ser felices han de ocurrir acontecimientos extraordinarios, de estos de los que te acuerdas todos los días o de los que te cambian para siempre en un santiamén. Por el contrario, también pensamos que cuando ocurre un acontecimiento terrible, eso ya te marca y se convierte en un punto negro de tu biografía y ese año ya se clasifica como el peor de la historia de uno.
Lo que ha ocurrido este año para mí, no ha sido ni extraordinario, ni terrible. Si lo miro con esta perspectiva, diría que ha sido un año más bien normalito, pues no ha habido ningún hecho destacado, ni en la categoría de “alucinante”. Lo cierto es que tampoco han habido acontecimientos decepcionantes. Si es tu caso este último, escríbeme y te cuento mi receta para una situación como esa.
Lo que sí que ha pasado, es que se han dado muchos pequeños acontecimientos y estados, que yo he buscado e incluso he provocado. Todos ellos me los propuse a principios de año, y los he ido siguiendo, evaluando y chequeando, para al final medir cuál ha sido el resultado esperado.
Por sí solos no son maravillosos, más bien son hechos que para muchas personas son cosas del día a día.
Lo que pasa es que, al comprobar que aquello que te propones, cuando lo persigues, por muy sencillo o difícil que sea, ocurre más o menos como tu habías previsto, te deja un muy buen sabor de boca. Y si encima esto pasa muchas veces, al final el resultado es el que indico arriba: el mejor año nunca antes visto.
Mi receta para conseguir un año o una etapa de estas características es la siguiente, en 3 pasos:
-1. Plantearte objetivos o estados que desees que se cumplan en este año. Si son muy grandes, o muy difíciles, divídelos en varias tareas más sencillas, fáciles de contabilizar. Cuando me refiero a un estado, un ejemplo sería: sonreír X veces al día, o dedicar X minutos al día a hacer eso que te apasiona.
-2. Agenda cada tarea en tu calendario anual por semanas.
-3. Evalúa al final de la semana, chequea su consecución, y cuando hayas cumplido con ello, celébralo. Es muy importante gratificarnos y darnos nosotros mismos la palmadita en la espalda, para animarnos a seguir adelante. Al finalizar cada semana, planifica entonces la semana siguiente
Recuerda que es muy importante que te diviertas mientras estás con ello, (es posible encontrar siempre la manera, ¡de verdad!) y eso también lo has de chequear continuamente.
Al final, esta forma de poner un rumbo, e ir poco a poco comprobando que vamos por donde nos habíamos propuesto, nos ayuda a seguir la ruta, y nos permite rectificar en cuanto nos desviamos. Te parecerá algo fácil o simple, pero a mí la vida me ha demostrado que en la SENCILLEZ está la virtud. Son las cosas fáciles las que son posibles de replicar y de cuyos beneficios nos aprovecharemos más veces.
El resultado de todo esto es que, si lo mantienes todo un año, te garantizo que estableces un hábito y a partir de entonces, todos los años serán EXCELENTES. Eso es lo que yo me he propuesto para el 2017, que va a ser mejor que el 2016. ¿Te animas conmigo a vivir un año excelente en este 2017?