Para la mayoría de nosotros, el caos es el medio habitual en el que nos movemos: muchísimos asuntos pendientes en casa, de la familia, en el trabajo, llamadas, emails recibidos, Whatsapp, tareas a hacer….
La tecnología nos permite estar disponible la mayor parte del día, y hay que ser un experto en saber poner límites para no sucumbir a ella. Unida a esta exigencia que nos viene de fuera, existe la que nos marcamos nosotros mismos: de buscar más resultados, más clientes, más influencia, mejores relaciones con los demás, más bienestar para nosotros y para nuestros seres queridos. ¿Te suena? ¡Yo lo digo mucho!.
Tanta demanda externa e interna, si no la controlamos y le ponemos límites, nos va a agobiar, pues es imposible atender a todo.
Si además, sumamos que las cosas no suelen ocurrir como hemos planeado, y que a menudo nuestros planes se van a ver truncados, corremos el riesgo de caer en la frustración.
Ante esta situación insostenible de agobio y quizá desaliento, te voy a dar 3 consejos, que a mí me han funcionado desde el día en que los descubrí. Además, he leído muchísimo, y he comprobado que esto se sabía hace miles de años, así que no es nada nuevo. ¡Lo cierto es que me da mucha seguridad que la rueda ya está inventada!
Las mejores soluciones son las que nos damos a nosotros mismos
Has de aplicarlos los 3, uno tras otro, pues es el cóctel que resuelve este problema; eso sí: conlleva dos requisitos, que si no estás dispuesto a asumir, no te va a funcionar.
En primer lugar, requiere parar por un momento a sentarte a escribir y analizar.
En segundo lugar, antes de todo, me gustaría que me dijeras cómo de valiente eres, del 1 al 10, y cómo has demostrado antes esa valentía. Responde antes de seguir…….
Lo digo porque lo que te voy a pedir ahora, exige que seas lo suficientemente valiente para mirar hacia dentro (lo cuál no nos gusta nada y no estamos acostumbrados) y humilde (para reconocer que estamos cometiendo errores).
Para mí empezar a hacer esto fue lo más difícil. Primero, porque creía que cuanto más hacía(siempre en «el hacer»), más resultados conseguía; y lo cierto es que a veces parar para mirar con otra perspectiva te trae la solución.
Además, creía que era brava y que así lo había demostrado toda mi vida, y resulta que no lo era tanto como para enfrentarme a lo más temido y lo más desconocido: las partes de mí misma que menos me gustaban. Y tampoco estaba preparada para reconocer esas debilidades, pues eran algo que siempre trataba de ocultar; tanto, que ni yo misma era consciente de que estaban allí escondidas.
Por eso, si eres lo suficiente valiente y humilde para resolver este tema, y has llegado a leer este párrafo, seguimos adelante. Te aseguro que como todo, la valentía y la humildad son dos habilidades que se desarrollan con la práctica. Y también te garantizo que te van a traer sensaciones y situaciones maravillosas a tu vida, cuando empieces a practicarlas. En concreto, y en el caso del que hablo en este post, una increíble CALMA Y PAZ MENTAL.
La paz mental es la base del éxito
Bueno, vamos al grano, por lo que coge boli y papel, abre el cuaderno especial, que has comprado para estos temas y empieza a escribir.
Paso 1: COMPRENSIÓN: En este punto, vamos a tratar de hacer una foto integral de situación de lo que está ocurriendo exactamente ahora.
¿Qué personas, razones, situaciones, qué proyectos, circunstancias, hechos, han desencadenado esta situación que me hace sentir así?
Y aquí es donde te pido que seas muy valiente:¿qué es exactamente lo que estoy sintiendo? ¿Qué nombre doy a ese sentimiento: es miedo, rabia, tristeza…?
Como ves, no solo conviene hablar de personas, hechos, circunstancias de fuera, proyectos, incidentes, sino también de lo que está pasando dentro de mí.
Paso 2: ACEPTACIÓN. Una vez que hemos descrito lo que está pasando, hay que dividir los hechos en dos:
- Lo que no depende de mí: cómo son las situaciones de la vida, lo que hacen otras personas, el clima, la economía, el mercado…..Sobre esto, no podemos hacer nada. Tenemos limitada influencia sobre ellos. No podemos obligar a que todo esto sea como nosotros queremos, por mucho que lo intentemos. Así que en vez de darnos con la cabeza contra un muro, te invito a que lo aceptes.
- Lo que depende mí: mi actitud, y mi comportamiento. Y aquí de nuevo te pido que seas un extra de valiente: ¿estás reaccionando, automáticamente a lo que pasa, sin control, o por el contrario, estás emitiendo una respuesta meditada? Porque lo que tú haces, determina como te sientes. Si reaccionas con rabia e ira, te estás convirtiendo en una fuente de rabia e ira, que lo irradiará a los 4 vientos, y tanto tus compañeros de trabajo, como tus familiares, lo van a sentir. Mientras que si decides esperar, y no responder hasta que estés más calmado, te estarás convirtiendo en una fuente de calma Y de nuevo tanto tus compañeros, tus clientes y tu familia lo van a percibir.
Si, quizá es algo complicado que no has hecho nunca antes. Todo esto requiere aprender a pensar de otra manera distinta, que con la práctica se convierte en otros hábitos distintos. Y como esto va de aceptar, acepta lo que has hecho hasta ahora, independientemente de lo que haya sido. El pasado, pasado está, y lo que si que podemos hacer ahora es cambiar el futuro.
Paso 3. PERDÓN. ¿Dirás qué significa esto? Perdonar a qué? ¡Esta palabreja suena fatal aquí!. La verdad es que perdonar lo que ya ha ocurrido, es un alivio total. Es soltar. Es desahecerse de una mochila que no aporta nada positivo; más bien una carga que nos hace sudar y sufrir mucho.
Este último paso también requiere mucha práctica. Pues tendemos a pensar que es todo lo demás lo que ha hecho que nosotros nos sintamos así: el cliente impertinente, el socio que es un egoísta, el jefe que es un dictador, el compañero que me pisa, etc. Y lo que realmente nos está haciendo daño, no es lo que ellos hacen, sino el cómo respondemos a lo que ellos hacen; y eso sí que depende de nosotros. Ellos están aquí para demostrarnos esas debilidades que no queríamos ver, las que estaban tan tapadas y escondidas que no sabíamos ni que existían.
Por eso, te animo a que perdones a todos esos «maestros» que te están ayudando a que descubras tus debilidades, para que te conviertas en una persona más fuerte. Y también te animo a que te perdones a ti mismo, por esos comportamientos que has tenido, esas debilidades que no te han gustado nunca. Recuerda que eres humano, y esas imperfecciones, son perfectas para que crezcas, y que descubras que tú también eres capaz de llegar a controlar al estrés y atraer la calma cuando te lo propongas; de conseguir el estado que deseas a pesar de todo lo demás.
En resumen: tres palabras mágicas: comprensión, aceptación y perdón, que aplicadas por este orden, te traerán la paz mental, y te ayudarán a afrontar lo que te viene, con otra perspectiva, sin agobio y sin estrés.
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